1. Entrevista a Adrian Wooldridge
La aldea perfecta
Una defensa a ultranza de la globalización, basada
en el argumento de que será, al final del proceso,
beneficiosa para la mayoría. Aunque plantea el
desafío de aprender a convivir con la incertidumbre,
En síntesis promete la instauración del verdadero liberalismo.
s Wooldridge sostiene que hay tres
lobalización” ha sido, tal vez, la palabra más utilizada en los últimos tiempos.
G
mitos alrededor de la globalización: el
triunfo de las grandes corporaciones, la Vinculada con el desarrollo de las comunicaciones y de Internet, la evolución
ganancia de unos a expensas de los hacia gigantescas corporaciones multinacionales, la tendencia a la regionaliza-
otros y la instauración de un capitalis- ción y la configuración de un mundo unipolar liderado por los Estados Unidos, ad-
mo despiadado. quiere distintos significados según el lugar desde donde se la observe.
Entre quienes consideran que la globalización es una oportunidad más que un ries-
s Los motores que, a su juicio, están go, figuran John Micklethwait y Adrian Wooldridge, autores de A Future Perfect: The
impulsando la globalización, son la tec- Challenge and Hidden Promise of Globalization, obra en la que exponen una óptica
nología, el capital financiero, y el con- positiva del fenómeno que preocupa y conmociona a dirigentes políticos, empresa-
junto de ideas, teorías y conceptos que riales y sociales. Un primer trabajo de ambos, The Witch Doctors, recibió el premio
circulan por el mundo sobre cómo pro- Financial Times/ Booz-Allen & Hamilton al mejor libro sobre estrategia y liderazgo en
ducir y gerenciar. los negocios globales.
Wooldridge, actual corresponsal de The Economist en Washington, colaboró previa-
s Plantea el desafío que propone la mente en otros prestigiosos medios periodísticos: The Times y la BBC, de Londres,
globalización: aprender a moverse en y The Wall Street Journal, de Nueva York, entre otros. En el diálogo que sigue funda-
un mundo sin certezas. Y explica que su menta algunas de sus principales ideas sobre la globalización y explica por qué cree
promesa oculta es la posibilidad de es- necesario defenderla.
tablecer el liberalismo en todo el signi-
ficado de la palabra. ¿Qué significa para usted “globalización”?
Llamo “globalización” a la creciente integración de la economía mundial, que convier-
te a la economía liberal del mundo en una sola economía, como fue en un principio.
Y está generando uniones a través de las fronteras, mayores intercambios entre los
países y más comercio electrónico en el mundo. Es, fundamentalmente, un proceso
conducido por los negocios y el comercio; un proceso económico con cientos de
connotaciones externas que modifican la forma de vida de la gente, su cultura y la
política, entre otras cosas.
Micklethwait y usted escribieron un libro partidario de la globalización. ¿Considera -
ron necesario asumir su defensa?
Creo que hacer una defensa de la globalización es crucial por dos razones. En primer
lugar, porque estamos viendo un creciente número de manifestaciones en contra de
ella en todo el mundo. En segundo lugar porque la globalización es, en líneas gene-
rales, un proceso beneficioso, y si estas tendencias en su contra tienen éxito, po-
drían traer consecuencias muy negativas para la humanidad. Habría una reducción
del estándar de vida de la gente y de la variedad cultural, por la restricción que im-
pondrían los nacionalismos y las limitaciones políticas de diferente tipo. Estas pro-
testas constituyen una amenaza real y peligrosa para la globalización y no quisiera
Adrian Wooldridge es corresponsal en que prosperen.
Washington de la revista The Economist y
coautor, con John Micklethwait, del best- A su juicio, ¿cuáles son los grandes mitos que la opinión pública ha forjado respec -
seller A Future Perfect, editado por Crown to de los efectos de la globalización?
Business. Uno de los mayores es el que sostiene que va a significar el triunfo de las grandes
AGENDA 2010 Volumen 5 / Gestión 5 / septiembre-octubre 2000 1/5
2. Entrevista a Adrian Wooldridge
compañías y la desaparición de las pequeñas. Utilizan términos como “macdonaliza-
ción”, “cocacolonización” o “disneyficación”. Pero, al contrario de lo que creen los
que protestaban contra la globalización en Seattle, el tamaño de las compañías tien-
de a reducirse. De hecho, la globalización hace que sea más fácil para las compañías
pequeñas con buenas ideas obtener el capital y la tecnología que necesitan para de-
sarrollarse. Si miramos la industria de los teléfonos celulares, veremos que la compa-
ñía más grande del mundo es la finlandesa Nokia, que hace veinte años sólo produ-
cía papel higiénico y botas de goma, y ahora es la más importante productora de te-
léfonos celulares del mundo. Otro mito tiene que ver con la noción de que se trata
de un “juego de suma cero”, en el que los ganadores obtienen lo que les quitan a
los perdedores. Para eso tendría que haber, necesariamente, ganadores y perdedo-
res; los países ricos se volverían más ricos y los pobres más pobres. Creo firmemen-
te que, si bien va a haber perdedores, en número van a ser muchos más los ganado-
res. La globalización traerá muchos más beneficios que perjuicios.
Un tercer mito muy difundido sostiene que la globalización impone un capitalismo
sin raíces locales. No creo que esto suceda, porque las compañías necesitan raíces
locales que las fortale zcan. Por eso se establecen en lugares como Silicon Valley,
donde encuentran el conocimiento que necesitan para desarrollarse. No es tan fácil
como la gente cree mover a una compañía de lugar.
¿Qué tipo de fenómenos o elementos impulsan la globalización?
En el libro mencionamos tres motores que, a nuestro juicio, la están impulsando. El
primero es la tecnología. Lo más obvio con respecto a la tecnología tiene que ver
con las computadoras e Internet, y con el hecho de que las comunicaciones telefó-
nicas, el correo y otros instrumentos de comunicación se están volviendo cada vez
más baratos. Pero la tecnología también tiene que ver con las otras innovaciones,
que facilitan el transporte de bienes y la calidad de vida en lugares de clima inhós-
pito. El segundo motor es el capital financiero, las enormes cantidades de dinero
que se mueven alrededor del planeta. Ahora es mucho más fácil que el dinero de
los países ricos encuentre oportunidades de inversión y crecimiento en distintos
puntos del planeta. Este dinero está uniendo al mundo, y al mismo tiempo está ha-
ciendo que las sociedades se abran. Aun los países que prestan, en muchos casos
terminan abriéndose a las influencias extranjeras, en lugar de tratar de adaptar sus
propios métodos financieros o de producción a los usos y costumbres locales.
La tercera fuerza que mencionamos en el libro es el conjunto de nociones sobre
gestión de negocios que circulan por el mundo. Ideas, teorías o conceptos sobre có-
mo producir y gerenciar. Hoy vemos cómo los consultores de las más importantes
escuelas de negocios del mundo difunden los nuevos modelos de producción en to-
do el planeta.
En el libro ustedes mencionan que hay un desafío, y también una promesa escondi -
da, en la globalización. ¿Podría desarrollar estos conceptos?
El desafío se vincula con aprender a desenvolverse en un mundo donde habrán de-
saparecido muchas certezas. A partir de la globalización, uno puede tener competi-
dores provenientes de otras industrias, y de lugares del mundo de los cuales nunca
ha oído hablar. Competidores que de repente llegan y “se comen tu almuerzo”, ab-
sorben tu mercado. De nuevo el ejemplo de Nokia es ideal, porque proviene de un
país al que la gente nunca le prestó demasiada atención, y sin embargo es una em-
presa que al ingresar a nuevos mercados le hizo un gran daño a Motorola. El desa-
fío, entonces, tiene que ver con aprender a enfrentar estas amenazas en un merca-
do donde la competencia es muy fuerte y no hay certezas. La promesa escondida,
por su parte, se refiere a la posibilidad de establecer el liberalismo en todo el signi-
ficado de la palabra. La globalización va a ser una expresión del triunfo de la liber-
tad individual. No digo que la Organización Mundial de Comercio vaya a convertirse
en una adorable organización democrática y liberal, ni que deje de ejercer presio-
nes, pero creo que en el largo plazo el intercambio se va a dar “mano a mano”. La
mayor parte de los países está buscando, y encontrará, el equilibrio entre su ingre-
so al mercado mundial y el mantenimiento de su autonomía.
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3. Entrevista a Adrian Wooldridge
¿Quiénes son los “cosmócratas”, a los que ustedes mencionan como miembros de
una nueva clase gobernante?
Los “cosmócratas” son personas que tienen la ideología, la cultura y los contactos
necesarios para obtener grandes ventajas de la integración de la economía global.
Son individuos que están obteniendo ganancias de la economía global; que traba-
jan en bancos internacionales, dirigen compañías multinacionales y comparten los
valores de la cultura occidental. Hablan inglés, y comparten con otros “cosmócratas”
gustos y hábitos. Son gente que trata de estar en la parte productiva de la econo-
mía. Uno de los problemas con esta nueva clase dirigente es que no tiene raíces ni
manifiesta un compromiso con su comunidad. A diferencia de las clases dirigentes
anteriores, no sienten la obligación de devolverle algo a su comunidad en agradeci-
miento por lo que ésta les ha brindado. Los miembros de esta nueva clase pasan
mucho tiempo en aviones, yendo de un lugar a otro. Viven muy lejos del sitio don-
de nacieron y van a dar mucho menos de lo que se lleven.
¿Qué características tendrá, en los próximos años, el manejo de una compañía global?
El gerenciamiento de compañías globales no se diferenciará mayormente del de em-
presas que sólo operan en sus mercados de origen. Es importante, eso sí, ser muy
sensibles a las diferencias culturales entre uno y otro lugar, y asumirlas hasta el pun-
to de tomarlas como ventajas. A las compañías más grandes y tradicionales, con mu-
chas oficinas alrededor del mundo, les será más difícil manejar esta sensibilidad y
adaptarse a las diferentes culturas, que a los jóvenes emprendimientos nacidos en
medio de la globalización. El éxito también acompañará a las empresas que, como
Nokia, supieron reinventarse en los últimos 15 años.
Respecto de la conducta ética, ¿cómo cree que deberán actuar los gerentes de las
compañías globales frente a la corrupción presente en determinados mercados?
Es una pregunta difícil de contestar. Creo que las compañías multinacionales se
van a tener que comportar siguiendo los más altos estándares. Sus dirigentes tie-
nen que entender que van a ser juzgados en sus propios países por cómo se
comporten en el resto del mundo. Aun cuando determinadas conductas antiéticas,
relativas al racismo, por ejemplo, se vean como normales en un determinado país,
deberán evitarlas, incluso al precio de no poder operar en ese mercado. En esos
casos no deberían hacer negocios, y contribuir a que las burocracias corruptas
aprendan que, si quieren atraer corporaciones multinacionales, deberán actuar co-
rrectamente. Jamás hay que perder de vista que uno de los valores más importan-
tes de una compañía es su reputación, porque la reputación es lo que convoca a
los mejores empleados y es parte de lo que una empresa vende. Si comprometen
su reputación, comprometerán también su futuro, y numerosas organizaciones no
gubernamentales saldrán a denunciarlas. Espero que la globalización ayude a dis-
minuir la corrupción.
En la sociedad globalizada, ¿cuál será el rol de organismos como las Naciones Uni -
das o el Fondo Monetario Internacional, y qué pasará con los estados nacionales?
Las naciones van a seguir existiendo, porque son necesarias aun en un mundo glo-
balizado. Los organismos multinacionales también tendrán, por otra parte, asuntos
de qué ocuparse, y deberán hacer un significativo aporte a la globalización. El Ban-
co Mundial, por ejemplo, no será sólo un lugar donde obtener dinero para financiar
proyectos, sino también un organismo capaz de ofrecer buenas ideas sobre cómo
producir. Además de un banco, es una fuente de capital intelectual, de ideas, de co-
nocimientos, que puede jugar un papel importante. Así como los países van a tener
que solucionar sus problemas nacionales, los organismos internacionales van a ayu-
dar a resolver otras cuestiones. Muchos sostienen que habría que disolver las orga-
nizaciones intergubernamentales, como las Naciones Unidas, pero si lo hiciéramos
tendríamos que volver a crearlas, para que solucionaran los asuntos que no se pue-
dan resolver a nivel nacional.
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4. Entrevista a Adrian Wooldridge
¿Llegaremos, algún día, a tener una moneda mundial única?
Cuando se discutió acerca de la creación de una moneda única para todo el mundo,
uno de los argumentos en contra fue que existían demasiadas diferencias de desa-
rrollo entre los países, y que el sistema resultaría poco flexible. Por eso, no creo
que lleguemos a tener una sola moneda, pero sí que tendremos una pequeña canti-
dad de monedas muy fuertes: bloques de países reunidos en torno de una moneda
común, como sucede ahora con el euro; habrá otro bloque alrededor del yen, y un
tercero con el dólar.
¿Qué pasaría, en materia económica, si la globalización fracasa?
La peor amenaza, en el futuro, es el resurgimiento de los nacionalismos. Temo que
suceda lo que ocurrió en los años ’30, antes de que se desatara la Segunda Guerra
Mundial. Hoy vemos cómo, en diferentes lugares del mundo, surgen grupos de co-
mercio regional, bloques que estimulan el desarrollo del comercio intrabloque, pero
no con el resto de los países. Mucha gente dentro de esos bloques está dispuesta
a bajar las barreras internas, pero quieren hacer crecer las externas. Esto pasa con
los franceses, por ejemplo, que buscan reunir a toda Europa para poder enfrentar
juntos a los norteamericanos. La globalización promueve el intercambio cultural, y
así contribuye a la unidad mundial. Un fracaso significaría, a la larga, una reducción
de la calidad de vida, la libertad individual y las posibilidades de intercambio cultu-
ral, y traería más xenofobia e intolerancia.
¿La globalización constituirá el triunfo de la cultura norteamericana?
No, pienso que las identidades nacionales van a sobrevivir. Creo que es muy fácil
pensar y decir que la cultura norteamericana va a triunfar sobre el resto. Es verdad
que los Estados Unidos son un país poderoso y su cultura es poderosa, y es cierto
que tanto los valores norteamericanos como los productos de esa cultura son ex-
portados. De hecho, Hollywood es un excelente exportador. Pero si uno se fija en
cuáles son los tres programas de televisión abierta más vistos en los Estados Uni-
dos, uno de ellos se basa en una idea proveniente de Inglaterra y otro es alemán.
Los Estados Unidos están importando productos culturales de otras partes del mun-
do. Consumen música inglesa y latinoamericana, obras inglesas que se presentan en
Broadway, ropa diseñada por italianos o franceses, y muchos productos provenien-
tes de otras culturas. Un ejemplo de este intercambio cultural es el que se da en la
música pop, que aunque tuvo su origen en los Estados Unidos, hoy es liderada por
cantantes de Islandia, Alemania y América latina.
¿Hasta qué punto se puede revertir el proceso de globalización?
Puede volverse atrás con la globalización, aunque muchos en los Estados Unidos
crean que es inevitable. En Wall Street sostienen que la globalización es económi-
camente eficiente, y que por eso no se puede volver atrás. En Silicon Valley dicen
que la tecnología y la globalización van de la mano, por lo cual el fenómeno es
inevitable y no es necesario defenderlo. Sin embargo, es evitable y creo que pue-
de revertirse. En primer lugar, porque hubo otros momentos en la historia en los
que pareció que las fronteras desaparecerían. En 1911, en Inglaterra, la gente tam-
bién había empezado a creer que la electricidad, el tren, los barcos y el telégrafo
estaban terminando con las fronteras nacionales. Se llegó a decir que no habría
más guerras. Pero tres años más tarde empezó la Primera Guerra Mundial. Y eso
muestra que quienes creen tener todo resuelto pueden estar equivocados. La glo-
balización es un proceso complicado, que ha evolucionado más en algunas áreas
que en otras, y así como la tecnología contribuye a ella, también puede ir en con-
tra de la globalización. Por ejemplo, al facilitar el control sobre la población por
parte de los gobiernos, y restringir la libertad individual. Creo que hay que tener
siempre presente que el destino de la globalización no depende tanto de la tecno-
logía, como de la política.
¿Cómo imagina que será el mundo de aquí a dos décadas?
Mi hija es hija de la globalización, porque su madre y yo somos ingleses pero ella
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